A veces te preguntas por qué el mundo te duele tanto, por qué cada palabra ajena parece quedarse pegada a tu piel, y cada gesto te atraviesa el alma.
Caminas por esta vida con el corazón abierto, expuesto a todos los vientos, mientras otros se refugian tras muros que nunca podrás levantar. El dolor llega, claro que llega, pero tú eliges sentirlo. No sabes vivir de otra manera.
Prefieres mil veces caminar entre espinas si eso significa que también puedes oler el perfume de las rosas.
Te han dicho tantas veces que eres débil, que deberías endurecerte, pero sabes que en esa fragilidad radica tu verdadera fuerza. Porque no cualquiera puede abrirse al mundo como tú lo haces. No cualquiera se atreve a amar, a darlo todo, sabiendo que quizás lo que recibas a cambio sea solo incomprensión.
Pero sigues adelante, porque el amor es lo que te define, lo que te mueve, lo que te hace seguir. Eliges sentir, aun cuando cada sentimiento parezca arrancarte pedazos de alma. Y es que amar nunca fue un camino fácil, pero para ti es el único que vale la pena recorrer.
Te podría llamar hija, hermana, novia, esposa, madre o abuela, pero simplemente te llamaré: mujer.
Porque en cada uno de esos nombres habitas tú, en cada uno de esos roles, late tu corazón. Y aunque te pidan que te endurezcas, que seas fuerte, tú sigues eligiendo el amor por encima de todo. Sigues eligiendo la ternura en un mundo que no sabe qué hacer con ella.
No es que no sientas el dolor. Claro que lo sientes, a veces tan fuerte que te dobla por dentro. Pero, a pesar de todo, sigues ofreciendo tu mano, tu abrazo, tu palabra. Sabes que a veces los otros no entienden, no valoran lo que das, pero no importa. No amas para ser reconocida, amas porque es lo que eres.
Y aunque te rompan, aunque te hieran, sigues amando, porque sabes que, en el fondo, el amor siempre encuentra el camino para sanar.
Y sí, a veces sientes que el peso de tu propia empatía te aplasta, que la vida te pide más de lo que puedes dar. Pero sigues siendo esa que no puede dejar de sentir. Porque cerrar el corazón sería traicionarte a ti misma, y tú jamás lo harías. El mundo necesita más almas como la tuya, más mujeres que se atrevan a amar aun cuando todo parece perdido.
Te quiebran, te hieren, y tú sigues de pie, porque en el fondo sabes que eres más fuerte de lo que ven.
Cuando el mundo se detiene, cuando miras atrás, verás que cada gesto de amor que ofreciste, aunque pequeño, dejó una huella imborrable. Tal vez no lo sepan, tal vez nunca te lo digan, pero tu amor ha cambiado más vidas de las que podrías imaginar.
Sigue siendo tú, porque, aunque a veces parezca que nadie ve, estás ahí, transformando corazones, dejando una estela de amor en cada paso que das. Miguel Alemany