El final..

Dos palabras que despiertan ecos profundos, que envuelven el misterio de lo que somos y de lo que vivimos.

A lo largo de esta travesía, caminamos por senderos inciertos, con pasos que a menudo parecen perdidos, pero que siempre avanzan, buscando significado.

Cada amanecer trae consigo un nuevo horizonte. Hay días llenos de luz, donde las risas estallan en nuestras bocas y los abrazos nos envuelven. Otros, en cambio, se visten de nubes grises, cargados de silencios que pesan en el pecho. Pero en medio de todo, la vida sigue su curso, invitándonos a sentir, a respirar, a seguir creando momentos que trascienden.

Cada segundo que pasa, una nueva oportunidad nace.

Es fácil caer en la trampa de pensar que el final es lo que define nuestra existencia. Que al llegar allí, todo estará escrito, que nuestra historia estará sellada. Pero el verdadero poder de la vida reside en lo que estamos viviendo ahora. Mientras el aire siga llenando nuestros pulmones, mientras nuestros pies sigan tocando la tierra, aún queda un camino por recorrer, aún quedan sonrisas por dibujar y sueños por cumplir.

El final no es un verdugo, es un compañero lejano que observa desde la distancia, recordándonos que cada día cuenta. Las cicatrices que llevamos nos muestran que hemos vivido, que hemos amado, que hemos sentido profundamente. Y si alguna lágrima aún corre por tu rostro, es porque el corazón sigue latiendo, sigue abierto a la posibilidad de sentir más.

Vivir no es esperar el último capítulo, es escribir con valentía cada párrafo.

Hay algo mágico en el simple hecho de existir. Cada pequeño instante, cada mirada, cada susurro que compartimos, es un testimonio de que el final todavía no ha llegado. A veces olvidamos el verdadero regalo que es estar presentes. Nos enredamos en lo que pudo haber sido, en lo que creemos que vendrá, y en ese enredo se nos escapan los momentos que hacen de este viaje algo inolvidable.

Nos preocupamos tanto por lo que aún no ha ocurrido que olvidamos que hoy, en este preciso instante, la vida está ocurriendo.

Mientras sigamos aquí, no hay final escrito. Aún hay sueños por descubrir, aún hay caminos que nos esperan con sus brazos abiertos. La vida no es un trayecto hacia un destino, es el viaje mismo.

No esperes que ese final te encuentre vacío de experiencias. Haz de cada día una obra maestra, pinta con colores vibrantes tu presente. Mientras el corazón siga latiendo, aún tienes la posibilidad de transformarlo todo. Y cuando finalmente ese final se acerque, que lo encuentre satisfecho de haber vivido, de haber sentido, de haber amado profundamente.

El final llegará, pero mientras sigas aquí, sigue bailando al ritmo de la vida. Miguel Alemany

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