Cuando hago esta pregunta, los cuerdos me ponen mala cara, pero mis maravillosas locas se ríen. Y ¿sabes por qué?
Imagínate la escena: en una reunión, con la música suave de fondo, me atrevo a preguntar: “¿Cuánto de loca estás?”.
Los que se consideran “cuerdos” me miran como si hubiera cometido una herejía social, sus cejas arqueadas en desdén. Pero mis locas, esas personas con la chispa divina de la vida, sueltan una carcajada franca y poderosa.
¿Qué las hace diferentes? ¿Por qué esa pregunta, lejos de ofenderlas, las divierte? Porque hay una verdad profunda detrás de ese humor: cuanto más explotas emocionalmente, cuanto más sientes, más te alejas de ser un psicópata, un sociópata o un narcisista.
Vivimos en una sociedad que tiende a etiquetar las emociones intensas como signos de inestabilidad.
Si lloras, gritas, te ríes a carcajadas o te emocionas hasta las lágrimas por cosas que otros consideran triviales, a menudo te tildan de “demasiado emocional”. Pero aquí está el truco: las personas que sienten, que viven sus emociones a flor de piel, están más vivas y, en realidad, están más sanas.
¿Te has preguntado alguna vez por qué los psicópatas, sociópatas y narcisistas son, en su esencia, tan peligrosos emocionalmente? Es precisamente porque carecen de esa explosividad emocional. Son fríos, calculadores, incapaces de experimentar las emociones que nos hacen humanos.
Un psicópata puede mirar una puesta de sol, o una escena trágica, y no sentir absolutamente nada. Cero. Vacío. Donde tú y yo sentimos una corriente de emoción que nos recorre el cuerpo, ellos experimentan el frío del vacío. No lloran, no ríen con verdadera alegría, no se conmueven. Su emoción es puramente teatral, un escenario montado para manipular a los demás ¿Te das cuenta? Ese torbellino emocional que a veces sientes, esa risa que no puedes contener o esas lágrimas que caen sin previo aviso, te alejan a años luz del psicópata. Porque si sientes, existes. Y si existes, ¡vaya que estás viva! Y esa vida está llena de todas las emociones que ellos jamás comprenderán.
Ahora, los sociópatas son otro cantar. Son más explosivos que los psicópatas, sí, pero no de la manera en que lo somos nosotros, las personas que sentimos con pasión. Sus explosiones de ira o rabia no provienen de la profundidad de una emoción sincera; provienen de la frustración de no poder controlar su entorno o manipular a los demás de la manera que quieren. Ellos no sienten profundamente, ya que reaccionan impulsivamente. Sus emociones no son una danza hermosa de la vida, son un estallido caótico de impulsos desorganizados.
Están atrapados en un vacío emocional que no pueden llenar.
Tú, en cambio, cuando lloras de rabia o te ríes a carcajadas, lo haces porque te importa, porque sientes amor, dolor, alegría o pasión. Y eso es un regalo. Los sociópatas, en el fondo, están perdidos en un mundo sin verdadero sentido emocional. Tú, en cambio, estás navegando en un océano de emociones vibrantes, que te permiten conectar con los demás de manera genuina.
¿Y qué hay de los narcisistas? Ah, ellos son los más trágicos de todos. Mientras que los psicópatas y sociópatas son emocionalmente desconectados de una manera más evidente, los narcisistas son esclavos de su propio ego. Viven atrapados en una burbuja de auto-adoración, buscando constantemente la validación externa para llenar ese abismo interno. Sus emociones giran en torno a ellos mismos. No pueden amar profundamente, ni sentir compasión genuina, porque el único amor que conocen es el que sienten hacia sí mismos.
Mientras tú te emocionas al ver a alguien más triunfar, mientras te alegras por el éxito de un amigo o lloras por la pérdida de un ser querido, los narcisistas solo pueden pensar en cómo les afecta a ellos. El narcisista necesita tu admiración, tu aprobación, como un adicto necesita su dosis, pero nunca experimenta esa verdadera conexión emocional que nos une como humanos. Tú, al sentir con fuerza, te alejas de esa prisión emocional, porque tus emociones no giran solo en torno a ti, ya que se extienden hacia los demás.
Entonces, cuando te preguntas ¿Cuánto de loca estoy?, y ríes, lo haces porque entiendes algo que muchos no comprenden: sentir profundamente es un acto de valentía. Vivimos en un mundo que nos enseña a ocultar nuestras emociones, a ser “fuertes” y a no mostrar vulnerabilidad. Pero tú y yo sabemos que la verdadera fuerza está en sentir, en permitir que nuestras emociones nos atraviesen como una tormenta eléctrica.
Llorar, reír, amar con todo el corazón no es estar loco.
Al contrario, es la señal más poderosa de que estamos vivos, de que estamos conectados con el mundo y con los demás. Los psicópatas, los sociópatas y los narcisistas, en cambio, viven en una cárcel emocional, incapaces de experimentar esa maravilla que es sentirlo todo.
Así que la próxima vez que alguien te diga que estás “loca” por sentir tanto, por emocionarte con facilidad, por ser “demasiado sensible”, sonríe con orgullo. Porque esa sensibilidad, esa locura divina de sentir profundamente, te convierte en alguien maravillosamente humana. Y recuerda: cuando más sientes, más lejos estás de esa frialdad emocional de los psicópatas, sociópatas y narcisistas.
Sigue riendo, sigue llorando, sigue sintiendo. Esa locura es tu mayor regalo. Miguel Alemany